27 abril, 2006

Con su muerte, un joven hispano regaló vida a otras cuatro personas

En el Mes Nacional de Donar Vida la familia de Jesús Fernández se unirá a la 4ta. caminata para promover la donación de órganos entre latinos
Por Doris Benavides - Especial para Excélsior

Santa Ana.- Ivy Fernández, de 10 años de edad, dijo sentirse alegre y orgullosa de su padre cuando supo que al morir él le había dado la vida a otras cuatro personas.

“Es bonito porque él era muy saludable y en vida siempre estaba ayudando a otras personas y me enseñó a estar en buena forma física”, dijo Ivy con ojos llorosos pero semblante alegre.

Marta Fernández, madre de Jesús, y sus hijas Griselda y Ruby, se sienten orgullosas de haber aprobado la donación de cuatro de los órganos de su querido y ejemplar hijo y hermano Jesús Fernández, quien falleció en el 2004 en un accidente de motocicleta a los 30 años de edad. Gracias a su decisión cuatro personas viven.

Los Fernández están entre las pocas familias latinas que apoyan la donación de órganos. Para educar y promover la donación de órganos y tejidos entre la comunidad de habla hispana en varios condados del Sur de California la organización no lucrativa OneLegacy, que administra la red de donación de órganos para transplantes, organiza la Caminata Dona Vida.

En la actualidad 19 mil personas en California están a la espera de un transplante de órgano que les salve la vida y de esa población más de seis mil personas son de origen latino, según datos de Done Vida, una coalición que apoya la donación de órganos.

“Es importante que los latinos nos eduquemos sobre este proceso de donación y si no lo hacemos por razones religiosas OneLegacy desea hacer saber a nuestra comunidad que la mayoría de las religiones apoyan la donación como un acto de benevolencia humana. Incluso el actual Papa Benedicto XVI está registrado para ser donante”, dijo Elena de la Cruz, portavoz de OneLegacy.

Otros creen que la donación es sólo una máscara para el tráfico de órganos. Ante esto De la Cruz dijo que la donación es tomada muy seriamente en EU y el tráfico es fuertemente controlado y penalizado.

“Al momento de tomar una decisión los familiares del donante deben pensar que realmente no están salvando una sola vida sino que están contribuyendo a la unidad familiar al salvar a una abuela, a una madre de familia”, dijo De la Cruz, en referencia a las críticas que muchas personas hacen acerca de la donación de órganos a personas mayores de 50 años.

“Estoy muy agradecido (por la donación). Sí, es triste que alguien tuvo que morir para que yo pudiera vivir, pero es admirable que los padres de Gary, mi donante, aprobaran la donación porque así salvaron varias vidas, no sólo la mía”, dijo Nelson Freytes, puertorriqueño de 32 años, quien en 1998 recibió un transplante de hígado en una situación de emergencia después de una complicación con su tiroides. Ahora es un hombre saludable.

LA OPCIÓN
En Maria Bourne, especialista de OneLegacy, recayó la difícil tarea de dar toda la información sobre la donación de órganos y ofrecer la opción a la familia Fernández, de la donación de los órganos de su familiar.

Los especialistas de OneLegacy son entrenados para manejar la situación, que resulta dolorosa para los familiares, quienes deben tomar una decisión pocas horas después de la muerte cerebral de su ser querido, antes que los demás órganos comiencen a fallar.

Jesús Fernández reunía todos los requisitos: presentaba una excelente condición física, pues hacía ejercicio con regularidad y nunca padeció de alguna enfermedad grave.

Su accidente ocurrió el 29 de agosto del 2004 y se pronunció su muerte cerebral el 1o. de septiembre.

“Yo estoy contenta con la donación porque ayudamos a otras personas a vivir. Me gustaría mucho conocerlas porque llevan un pedazo de mi hijo”, dijo Marta Fernández, madre de Jesús."

24 abril, 2006

El tráfico de órganos no tiene fronteras ni límites

Un negocio de vida o muerte
El tráfico de órganos no tiene fronteras ni límites
Mafias y particulares llegan a ofrecerlos incluso por Internet

La desesperación por seguir viviendo alimenta el aterrador negocio del tráfico clandestino de órganos humanos en el mundo, una actividad que no conoce fronteras ni límites.

Por poner un ejemplo, sólo en México se realizan más de 4,000 trasplantes legales al año; además, más de 8,000 personas están en lista de espera, de las que 15% mueren al no recibir un órgano, informa el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) de México.

Con esta premisa, no es de extrañar que el precio de estos órganos en el mercado negro alcance precios desorbitados: 150,000 dólares por un hígado, 120,000 por un riñón, 60,000 por un corazón ó 45,000 por la córnea, entre otros.

En este sentido, la Universidad de Murcia, en España, advierte que “uno de los problemas más importantes que promueven el tráfico de órganos es que la oferta legal no ha avanzado al mismo ritmo que la demanda. Ningún país tiene los órganos suficientes para cubrir las necesidades de la población”.

Hace unos días se revivió la polémica en torno al destino de los órganos de muchos prisioneros en cárceles y campos de concentración chinos. Las manifestaciones populares para pedir una mayor atención al problema coparon la portada de muchos noticieros internacionales. Respecto al tema, la organización Human Rights Watch de Asia informa que en China se extraen ilegalmente más de 3,000 órganos de prisioneros al año (más de ocho diarios).

Los precios de éstos varían en los mercados clandestinos “baratos” de India (Bombay) o Kuwait, entre otros: 1,600 dólares por la piel de las piernas de los prisioneros; 400,000 por los intestinos ó 127,000 dólares por un pulmón.

La sombra de Internet Según el diario español “El Mundo”, en la Red se han encontrado numerosos anuncios de venta. Uno de ellos ofrece “cualquiera de los órganos” de un preso chino y destaca que la venta se realizará “a la persona que puje más alto”. En otro de los mensajes, aparecido en el portal de subastas chino Netease aparece “córnea de una persona con buena vista. Urge la venta por motivos de pobreza”.

Las mafias también se sirven de la pobreza para comprar órganos y revenderlos a mayor precio.

El rotativo se hace eco de una red internacional de traficantes de órganos desmantelada en 2004, que poseía negocios en todos los continentes.

La red, como muchas otras, no se servía generalmente del rapto o el asesinato para extraer los órganos y venderlos al mejor postor.

El grupo reclutaba gente dispuesta a vender uno de sus riñones. Para ello, integrantes de la mafia viajaban a las ciudades más pobres de algunos países, entre ellos Brasil o Tailandia, para encontrar “voluntarios”, quienes eran enviados a Sudáfrica, donde reciben 10,000 dólares por uno de sus riñones.

Aberty José da Silva, un brasileño de 36 años, contactó con esa mafia y le vendió un riñón por 3,000 dólares. “Sé que es poco, pero bajé el precio porque me dijeron que había mucha gente que quería hacer lo que yo y que el exceso de oferta los había obligado a bajar los precios”.

Hoy, existen grupos que piden la legalización de la compraventa de órganos con fines “éticos”.

Pero, como manifestó el eurodiputado socialista León Schwartezenberg, “el tráfico ilegal de órganos existe como lo hace el tráfico de droga”, y puesto que se trata de la vida humana, es difícil pararlo.— JAVIER CABALLERO LENDÍNEZ

El precio humano de la nueva tecnología biomédica

"Las nuevas prácticas biomédicas nos están dando cosas que queremos, pero a un precio del que no somos conscientes". Leon R. Kass es uno de los bioéticos de talla mundial que no se dejan obnubilar por la investigación con células madre embrionarias o por la clonación. Doctor en Biología y en Medicina, profesor de la Universidad de Chicago, es también miembro del Consejo asesor del presidente de EE.UU. sobre Bioética. Es autor de numerosos libros científicos, así como de otros de tema antropológico y filosófico.


— Pero ¿qué podemos perder si nos embarcamos en ese nuevo proyecto biomédico?

— Podemos iniciar una deshumanización del hombre, de cuyas consecuencias aún no somos conscientes. Por ejemplo, la investigación con células madre embrionarias: no es sólo que se destruyan los embriones, es que además nosotros –quienes los empleamos– nos insensibilizamos, corrompemos y desnaturalizamos. O la clonación: la Comisión Asesora de Bioética de Clinton, en su informe de 1997 "Cloning Human Beings", sólo se puso de acuerdo en una cosa: que clonar seres humanos es, "de momento", inmoral porque no es seguro. Pero no logró ponerse de acuerdo sobre ninguna objeción a la clonación en sí misma. O el tráfico de órganos, una práctica prohibida durante dos décadas en Estados Unidos que vuelve ahora, con renovada fuerza.

O la diagnosis previa obtenida del conocimiento del genoma humano, que abre las puertas a un panorama de planificación e ingeniería genéticas. ¿Cómo no afectaría a la protección social o al empleo de una persona –o, sencillamente, a la intimidad– el que se conozca su genoma? O el uso de drogas para optimizar rendimientos: muchos se preocupan por el dopaje deportivo, la seducción con "éxtasis" o el apaciguamiento de los escolares en un colegio por medio de la administración de Ritalin, pero pocos recapacitan sobre lo que significa empezar a cambiar el carácter y la estructura de la actividad humana, separando la capacidad del esfuerzo.

— Pero ¿qué es lo que hay de digno e importante en nuestra corporalidad y en su transmisión en la procreación humana? ¿No parece más seguro y más limpio realizar esa transmisión en un laboratorio?

— La cuestión es que la reproducción humana es sexual no por consenso, cultura ni tradición, sino por naturaleza. En ella, un hijo es resultado de la combinación de la naturaleza y el azar. Es más: sólo encontramos reproducción asexual en formas poco desarrolladas de vida: bacterias, algas, hongos y algunos invertebrados. La sexualidad trae consigo una nueva y más rica relación con el mundo: para el animal sexuado, el mundo no es ya una otredad homogénea, en parte peligrosa y en parte comestible; es además el lugar que contiene otros seres especialmente relacionados con él. Por eso, entre otras razones, el ser humano es el más sexual –las hembras no atraviesan momentos puntuales de celo sino que son receptivas durante todo el ciclo reproductivo– y el más social, el más lleno de aspiraciones, el más abierto y el más inteligente.

— Si en efecto es tan peligrosa la disociación entre sexo y reproducción, entre otros cambios que plantea esas nuevas prácticas biomédicas, ¿qué cabe hacer al respecto?

— Espero que aún podamos hacer algo pero no será fácil, porque los inconvenientes éticos de este nuevo panorama están relacionados con cosas que deseamos intensamente. No se trata de "1984", la novela de George Orwell, cuya imagen es la de una bota pisoteando el rostro del ser humano para siempre. El caso aquí es distinto: las nuevas prácticas biomédicas nos están dando cosas que queremos, pero a un precio del que no somos conscientes. Creo que al menos se podría hacer dos cosas. La primera, "decir que existe ese precio" y ser claros acerca de lo que debe ser protegido y defendido; la tarea primordial, así, sería intelectual: hacer público que existen efectivamente estos males "suaves", que no se manifiestan como los males que podríamos llamar "fuertes", como el asesinato o el terrorismo.

Leon R. Kass, miembro del Consejo asesor de bioética del presidente de EE.UU.
El precio humano de la nueva tecnología biomédica (Extracto)

22 abril, 2006

Mike Steketee: The price is rights

April 01, 2006

FOR much of the next four days, Chinese Premier Wen Jiabao will be shadowed in Australia by groups of Falun Gong protesters determined to make a point. It will be an inconvenient intrusion amid the celebration of wealth bestowed on us by the voracious appetite of the Chinese economy.

The Howard Government has worked assiduously to push human rights to one side in the relationship with China. Hopefully, the demonstrators will be able to make their point within sight of Wen, although that is no sure thing given how eager we have been to bow to Chinese concerns in the past.

By the way, it will be just a few days after the Government, Opposition and media gushed over British Prime Minister Tony Blair's sermon on the importance of standing up for the values we believe in - democracy, the rule of law and justice - "not just in our own countries but the world over".

The members of Falun Gong, often seen conducting passive protests outside the Chinese embassy and consulates, are planning to hold up banners demanding an investigation of the "death camp" at Sujiatun in northeast China, where they claim 6000 of their followers have been taken to have their organs removed and sold, sometimes before they are killed. The gruesome allegations have been made by a Chinese journalist and the wife of a surgeon who worked at Sujiatun.

There are a few problems with the claims. Both persons, who are now in the US, refuse to be identified because they fear consequences for their families in China. This is understandable but does not make verification easier. The journalist's story was not published by the Japanese news agency for which he says he worked and which he also will not identify.

It appears the claims by Falun Gong have been at least substantially exaggerated. Initial investigations by researchers for a US congressional committee have identified the site at Sujiatun as a hospital, where it is suspected organ harvesting occurs but on nowhere near the scale claimed by Falun Gong. The Chinese Foreign Ministry has dismissed the allegations as "absurd lies".

The Falun Gong description of the hospital as a concentration camp or death camp appears to be wrong. While China has re-education camps, there is no credible evidence that it operates the equivalent of gulags or concentration camps.

But given past Chinese behaviour, the Falun Gong claims cannot be completely discounted. It is well established that China conducts so-called organ harvesting, including among the 5000 to 12,000 people sentenced to death each year, and not necessarily with their permission or that of their families. It is a lucrative trade, with overseas patients flying to China for transplants.

What is also clear is that China has a terrible human rights record, including in its repression of Falun Gong. According to the recently released US State Department report on human rights for 2005, the trend in China is towards increased harassment and imprisonment of those perceived as threatening government authority.

It estimates there are tens of thousands of political prisoners and about 300,000 people in "re-education through labour" camps, including thousands of Falun Gong adherents. The report quotes overseas estimates that up to 2000 of its members have died in custody and cites accounts of torture, rape and treatment in psychiatric hospitals.

Why is China so worried about people who practise meditation and exercise programs to improve the body and mind but have no history of violence? In short, religion and fanaticism. Members share beliefs that include elements of Confucianism, Buddhism and the supernatural. The sect's prolific publications run a strongly anti-Communist line and, as the Sujiatun example suggests, it is quite willing to match the Chinese Government when it comes to propaganda.

While many in China have renounced their beliefs under duress, others have refused to do so, even at the cost of torture or death. Beijing regards Falun Gong as a threat precisely because it is beyond its control and China has a history of religious movements overthrowing dynasties.

But it is a sign of paranoia, or perhaps a sense of vulnerability, that the Chinese Government has overreacted to such an extent in the years since 10,000 Falun Gong supporters held a silent protest outside the leaders' compound in Beijing in 1999.

Last year, John Fitzgerald, a professor in Asia-Pacific studies at the Australian National University, told a federal parliamentary committee that many in leadership positions in China felt the Government's banning of Falun Gong and its subsequent persecution was a terrible mistake.

"But once made by senior leadership, there is no going back," he said. "They find themselves on the horns of a dilemma, having created, in a sense, a monster which is their own state surveillance apparatus, which the state itself is going to find difficult to control ... People are now watching one another's backs in relation to freedom of religion, in particular, in ways we have not seen since the Cultural Revolution."

Fitzgerald also directed a message closer to home: because of the differences on the issue in China, "in my view, speaking boldly and publicly about this assists democratic reform in China". But that has not been Australia's approach: not since the Howard Government sent a clear signal in 1997 by splitting with other Western nations and withdrawing support for a resolution condemning China in the UN Commission on Human Rights.

Australia does raise human rights with China: once a year in a dialogue behind closed doors. The Government argues that this approach is more effective than embarrassing China in public. But it is hard to find the evidence that it achieves anything at all, other than pleasing China.

That is something we are very anxious to do. Representatives of Falun Gong were barred last year from the talks between the Foreign Affairs department and non-government organisations that are supposed to feed into the dialogue with China. Why? Because the organisation had the temerity to mount a public display on human rights in China to coincide with the meeting.

After China complained about Falun Gong protests outside its embassy in Canberra, Foreign Minister Alexander Downer issued certificates banning fixed banners and amplified noise. The group claims Australia is the only democratic country to impose such a restriction. So much for John Howard's recent statement about Australia's "strong, unconditional and consistent" support for "the expansion of democracy around the world". He forgot to add: except when we have uranium to sell.

Last year, the Chinese embassy ridiculed defecting diplomat Chen Yonglin's claims that there were as many as 1000 spies and informers working for China in Australia. Fitzgerald says the figure may even be an underestimate. Chinese-Australian members of Falun Gong are particularly targeted because they can be threatened through their families in China. It is common for Australian citizens to have to change their email addresses and phone numbers. In his own neighbourhood, a shop has closed down because the owner received threats after displaying Falun Gong texts and discs on his shelves.

Not only does the Government ignore human rights abuses in China, it is not prepared to stand up for its own citizens.

18 abril, 2006

La TVE2 de España denuncia el tráfico de órganos

UN DOCUMENTAL DE LA TELE PUBLICA DANESA

Muestra el caso de Pakistán, donde esta práctica no es ilegal.
REDACCION (18/04/2006)

Documentos TV , el programa que dirige y presenta en La 2 Pedro Erquicia, se adentra en un terreno poco conocido con el documental Mercado de órganos , producido por la televisión pública danesa.

Pese a que la venta de órganos humanos está prohibida en todo el mundo, aún se pueden encontrar países, como Pakistán, en los que esta práctica no es ilegal, aunque sea un tema tan controvertido que los trasplantes deben hacerse en una cierta semiclandestinidad, con los peligros médicos que eso supone.

El equipo del reportaje que hoy emite Documentos TV acompañó hasta Pakistán a un paciente, Jim, de 40 años y con dos hijos, que llevaba seis años esperando un riñón de un donante, tiempo en el que su enfermedad se había agravado seriamente. A través de internet, había encontrado un hospital paquistaní que realizaba todo el proceso, desde la captación del vendedor del riñón hasta la intervención quirúrgica, por 15.000 euros.

Mercado de órganos muestra también a la persona que vendió el riñón, un hombre de 30 años sin recursos con los que alimentar a su familia, que necesitaba dinero para comprar un terreno que le garantizase la supervivencia. De los 15.000 euros pagados por Jim, él se quedó 1.500, una décima parte que, no obstante, supone el equivalente a los ingresos de varios años de una familia humilde en Pakistán.

15 abril, 2006

MOLDAVIA: CAMPESINOS VENDEN ORGANOS EN TURQUIA

CHISINAU, 15 ANSA)- Habitantes de un poblado remoto de la República de Moldavia, en un intento por salir de la pobreza, vendieron un riñón por 2.700 dólares en Turquía, contrariando una medida del gobierno que pena con hasta 25 años de cárcel el tráfico de órganos.

Sin embargo, luego de la extirpación del órgano en una clínica de Estambul (Turquía), la indigencia sigue presente en estos poblados de la República de Moldavia, con casas con techo de paja y muros de arcilla y graves problemas de salud de los habitantes.

"No tengo ya la fuerza para los trabajos pesados que requiere el campo. Me siento peor", confió Spiridon Bletia a un periodista del diario ruso Moskovski Komsomolets, en Menjir, un pequeño poblado moldavo cercano a la frontera con Rumania.

Sobre la operación, los testimonios son coincidentes: a cambio de 3.000 dólares brutos, que luego se convierten en 2.700 tras deducir gastos de viaje y estadía, realizan una donación "voluntaria" de un riñón en una clínica de Estambul donde la clientela está compuesta en gran medida por ciudadanos israelíes.

En las campiñas moldavas el sueldo promedio es de 25 dólares mensuales y, por ello, para la gente de Menjir -donde existe solamente trabajo físico mal pago en época estival- los dólares prometidos por la extirpación de un riñón parecen ser una fortuna fabulosa.

En el poblado de los "inválidos voluntarios", muchos de sus habitantes le preguntaron al periodista del Moskovski Komsomolets: "¿No sabe señor, por si acaso, cómo se puede vender un riñón en Europa, una retina o médula ósea?".

"En Europa dicen que pagan hasta 6.000 dólares por una retina", comentaron.

14 abril, 2006

Rechaza China haber sometido a simpatizantes del Falung Gong

En marzo la secta Falun Gong hizo una grave acusación contra el gobierno de China. A través de internet aseguró que al norte de China había un campo de concentración donde 6 mil de sus seguidores fueron sometidos a la extracción de órganos para transplantes y disectación, antes de ser incinerados.

El escándalo afectó la reputación del Centro Nacional de Medicina Tradicional China para la Trombosis. El lugar comenzó a recibir numerosas llamadas del extranjero por parte de gente que cree en la denuncia. Este jueves el Centro Médico rompió el silencio.

“Es una mentira absurda. Sólo tenemos 300 camas. ¿dónde podríamos mantener a 6 mil personas? No tenemos ninguna clase de crematorio ni tampoco realizamos transplantes de órganos”, comentó Zhang Yuqin, directora de Centro Médico

El caso ha tenido repercusión internacional al grado de que la onu envío a un investigador experto en turtura para que averigüe la denuncia.
La directiva del presunto campo de concentración ya prepara una respuesta judicial a lo que considera una calumnia.

“Nos reservamos el derecho de actuar legalmente contra estas mentiras maliciosas de la organización Falung Gong y algunos medios de comunicación que respaldan su acusación”, agregó Yuqin.

En 1999 el gobierno chino prohibió profesar las creencias de Falun Gong por considerarlo un culto maligno. La organización dice ser víctima de una persecución política y asegura que tiene 80 millones de seguidores en todo el mundo.

Reportero: Gerardo Yong
Fuente: Once Noticias

13 abril, 2006

China: transfieren evidencia para encubrir campo de concentración para sustracción de órganos

13 de abril (The Epoch Times) - Según un reporte enviado por un grupo investigativo, los practicantes de Falun Gong alojados en el campo de concentración subterráneo de Sujiatun han sido transferidos. El Comité Integrado para Investigar el Campo de Concentración Secreto de Sujiatun y Hechos de la Persecución de Falun Gong en China (Comité para Investigar los Hechos) en una declaración publicada el 8 de abril declara que esto fue hecho luego de ser expuesta la atrocidad de extraer órganos de los practicantes de Falun Gong todavía vivos en el campo de concentración subterráneo de Sujiatun, con el fin de ocultar cualquier evidencia.

Recientemente, periodistas del extranjero e investigadores encubiertos fueron a Sujiatun. Pero la Oficina de Seguridad Pública del Partido Comunista Chino (PCCh) ya había enviado un gran número de agentes de civil alrededor del Hospital de Trombosis de Sujiatun de Medicina Integrada de China y Occidente y a la estación de tren cercana. Simulando ser vendedores, transeúntes y conductores de triciclo, los agentes han engañado a los periodistas e investigadores.
Comité para Investigar los Hechos Reclama una Investigación Internacional

El Comité para Investigar los Hechos en su declaración ha apelado a la comunidad internacional a comenzar inmediatamente un procedimiento de emergencia para detener la masacre e investigar los crímenes ocultos en campos de trabajo por todas las grandes ciudades y principales provincias de China. Además, practicantes de Falun Gong han también pedido que el PCCh abra todos los campos de trabajo que detienen a practicantes de Falun Gong para una investigación internacional.

Los Hospitales Colaboran Secretamente con los Campos de Trabajo

Según fuentes del PCCh, la atrocidad de extraer órganos de practicantes de Falun Gong mientras están aun vivos y cremar sus cuerpos para destruir la evidencia ha tomado lugar en campos de trabajo por toda China. Los Hospitales relacionados con oficinas de seguridad públicas locales y estaciones de policía militar están colaborando secretamente con organizaciones de tráfico de órganos en este crimen.
Los practicantes de Falun Gong escogidos para la extracción de órganos son principalmente de la zona rural. Ellos vienen de una clase social baja, desempleados, sin educación o completamente desconectados de los miembros de su familia.

La Extracción de Órganos sin Controles Alcanzo su pico entre 2001 y 2003

Desde que el ex-presidente del PCCh, Jiang Zemin dejó oficialmente su cargo en 2002, la persecución del Partido a Falun Gong ha enfrentado presiones de grupos internacionales y del interior del Partido. Desde entonces, la escala de recolección de órganos de practicantes de Falun Gong ha declinado tremendamente o se ha vuelto aun mas encubierta.

En los Principales Campos de Trabajo el Número de Detenidos estaba Entre 5.000 y 20.000

Según información de los campos de trabajo en China, los principales campos que detenían practicantes de Falun Gong se súper poblaron, con el número de detenidos mantenidos en el nivel de 5.000 a 20.000 en cada uno. Los practicantes de Falun Gong detenidos en el Campo de Trabajo Forzado de Sujiatun en 2001 vinieron de campos de trabajo forzado de toda China. Estos practicantes fueron transferidos a Sujiatun debido a que el número de detenidos en otros campos era demasiado grande.

La mayoría de los practicantes de Falun Gong escogidos para recolectar sus órganos eran de la zona rural, desempleados, sin educación, o aquellos cuyos familiares no podían ser contactados por las autoridades. Luego de realizar pruebas de sangre en estos practicantes de Falun Gong y encontrar una concordancia con el tipo de tejido del paciente, los practicantes eran asesinados en el hospital el mismo día de la operación de transplante de órganos.

Ellos Nunca Regresaron Luego de Marcharse

Estos crímenes de recolectar los órganos de los practicantes de Falun Gong han tomado lugar en campos de trabajo forzado en casi todas las provincias chinas. Todavía se desconoce cuántos practicantes de Falun Gong fueron asesinados en los tres años de 2001 a 2003. No había casi esperanza de vida en aquellos practicantes de Falun Gong que eran sujetos a pruebas de sangre y luego transferidos desde varios campos de trabajo forzado a campos de concentración como Sujiatun, el cual proveía cuerpos humanos para recolección de órganos vivos por parte del hospital.

Según un testigo que expuso la práctica de recolectar órganos vivos en Sujiatun, el número de practicantes de Falun Gong detenidos allí era alrededor de 6.000, pero luego que el testigo dejó el hospital de tratamiento de la trombosis en 2004, el número había sido reducido a 2.000. Más de 4.000 practicantes de Falun Gong fueron cremados luego que sus órganos fueran extirpados.

Luego que el PCCh comenzara a perseguir a Falun Gong en julio de 1999, un gran número de practicantes de Falun Gong de varias provincias fueron uno tras otro a apelar al gobierno. Ellos llevaron a cabo pacificas manifestaciones en la Plaza Tiananmen, contándole al gobierno y al público que Falun Gong es benevolente, con la esperanza de detener la persecución y reclamar sus derechos a practicar libremente sus creencias. En ese momento, se dice que aproximadamente cien millones de personas practicaban Falun Gong en China. En 2001, un estimado de 700.000 practicantes de Falun Gong de todo el país estaba en las afueras de Beijing para peticionar al gobierno.
Sin embargo, todos los canales de las apelaciones fueron bloqueados y la Oficina de Apelaciones oficial y la Plaza Tiananmen se volvieron sitios para arrestar a practicantes de Falun Gong. Los apelantes fueron secuestrados ilegalmente, detenidos, golpeados brutalmente o torturados hasta la muerte. Muchos practicantes dejaron sus hogares y nunca regresaron, sin absolutamente ninguna noticia de ellos desde entonces.

El PCCh ha mantenido una política de castigar a todos quienes estén relacionados con un practicante de Falun Gong que apela a las autoridades. Los practicantes de Falun Gong no querían implicar a sus jefes en la compañía, oficiales de policía locales, amigos y parientes. Ellos entonces rehusaron a revelar sus nombres o domicilios. Es por lo tanto imposible determinar precisamente cuántos practicantes de Falun Gong fueron a Beijing, cuántos han sido arrestados, o cuántos permaneces perdidos.

Los arrestos secretos de grandes cantidades de practicantes de Falun Gong, como también la política anti-Falun Gong de Jiang Zemin de “arruinar su reputación, cortar sus fuentes económicas y destruir sus cuerpos”, han proporcionado condiciones favorables para los traficantes de órganos.

Los Crímenes Aun Continúan en Campos de Trabajo Forzado

Tres semanas luego que el Campo de Concentración de Sujiatun fuera revelado, el Ministro de Salud Chino precipitadamente envió una Regulación Temporal en Transplantes de Órganos Humanos, pero pospuso la fecha en la que entraría en efecto hasta el 1 de julio. Algunos sospechan que el propósito del retraso es dejar tiempo suficiente para destruir toda evidencia con vida.

El 4 de abril, varios practicantes de Falun Gong que habían estado detenidos en el Centro de Detención Nº 2 en el distrito Nangou, ciudad de Fushun, provincia de Liaoning fueron secretamente transferidos a una ubicación desconocida luego de una prueba de sangre.

El Comité Integrado para Investigar el Campo de Concentración Secreto Sujiatun ha revelado que hospitales y centros de transplante en Heilongjiang, Liaoning, Jilin, Beijing, Tianjin, Henan, Hebei, Hubei y ciudad de Wuhan, Hunan, Shanghai, Zhejiang, Yunnan, Anhui, Shan'xi y Xinjiang están operando a tiempo extra para realizar operaciones de transplante. El personal del hospital le contó a un investigador del comité encubierto que los pacientes necesitaban apurarse si deseaban un transplante. El personal dijo que un tiempo tan corto como uno o dos días era suficiente para encontrar un órgano compatible. Ellos también dijeron que será difícil obtener un órgano luego que esta reserva de partes de cuerpo se acabe.

Luego de la segunda guerra mundial, la comunidad internacional articuló un compromiso solemne que no permitiría “nunca más” que el genocidio ocurriera. Hoy, sesenta años después de los Nazis, la historia nuevamente repite la tragedia – la atrocidad esta más allá de la imaginación de la gente. Esta es la vergüenza de la raza humana. Es también un desafío a la moralidad básica y a la conciencia de todos.


Copyright 2004 - The Epoch Times

10 abril, 2006

Leon R. Kass advierte del peligro de las modernas técnicas biomédicas

Leon R. Kass, doctor en Biología y en Medicina, es profesor en la Universidad de Chicago y miembro del Consejo de Bioética de Estados Unidos. Es autor de numerosos libros científicos, así como de otros de tema antropológico y filosófico, como el recientemente traducido El alma hambrienta (Ediciones Cristiandad).

Su voz es hoy una de las más autorizadas en bioética. En sus trabajos, Kass defiende el pleno respeto a la persona humana en el ejercicio de la biomedicina y advierte contra la tentación eugenésica de usar la tecnología para cambiar la naturaleza humana.

Ud. parece haber adoptado una actitud crítica hacia algunos logros recientes de la tecnología biomédica. ¿Qué podemos perder si nos embarcamos en ese nuevo proyecto biomédico?

— Podemos iniciar una deshumanización del hombre, de cuyas consecuencias aún no somos conscientes. Por ejemplo, la investigación con células madre embrionarias: no es sólo que se destruyan los embriones, es que además nosotros; quienes los empleamos; nos desensibilizamos, corrompemos y desnaturalizamos. O la clonación: la Comisión Asesora de Bioética de Clinton, en su informe de 1997 Cloning Human Beings, sólo se puso de acuerdo en una cosa: que clonar seres humanos es, de momento, inmoral porque no es seguro; no logró consensuar ninguna objeción a la clonación en sí misma. O el tráfico de órganos, una práctica prohibida durante dos décadas en Estados Unidos que vuelve ahora, con renovada fuerza. O el diagnóstico previo obtenido mediante análisis del genoma humano, que abre las puertas a un panorama de planificación e ingeniería genéticas. ¿Cómo no afectaría a la protección social o al empleo de una persona; o, sencillamente, a la intimidad; el que se conozca su genoma? O el uso de drogas para optimizar rendimientos: muchos se preocupan por el dopaje deportivo, la seducción con “éxtasis” o el apaciguamiento de los escolares en un colegio por medio de la administración de Ritalin, pero pocos recapacitan sobre lo que significa empezar a cambiar el carácter y la estructura de la actividad humana, separando la capacidad del esfuerzo.

Ud. reivindica la dignidad de nuestra corporalidad y la importancia de su transmisión en la procreación humana. Pero las nuevas prácticas biomédicas van por otro lado, al permitir la disociación entre sexo y reproducción. ¿Qué cabe hacer al respecto?

— Espero que aún podamos hacer algo, pero no será fácil, porque los inconvenientes éticos de este nuevo panorama están relacionados con cosas que deseamos intensamente. No se trata de 1894, la novela de George Orwell, cuya imagen es la de una bota pisoteando el rostro del ser humano para siempre. El caso aquí es distinto: las nuevas prácticas biomédicas nos están dando cosas que queremos, pero a un precio del que no somos conscientes. Creo que al menos se podría hacer dos cosas. La primera, decir que existe ese precio y ser claros acerca de lo que debe ser protegido y defendido; la tarea primordial, así, sería intelectual: hacer público que existen efectivamente estos males “suaves”, que no se manifiestan como los males que podríamos llamar “fuertes”, como el asesinato o el terrorismo.

— ¿Y la segunda?

— Esta sería de índole política. ¿Es posible establecer guías, normas, limitaciones legales para estas prácticas? En los Estados Unidos somos muy buenos para legislar sobre la seguridad o los atentados más obvios contra la libertad, pero no tenemos una tradición que se haga cargo de estos problemas. Otros países hacen esto mejor: Alemania, Canadá, Francia, Gran Bretaña... El problema es que estas nuevas prácticas no están previstas en muchos sistemas legales vigentes y suscitan cuestiones éticas inéditas; así, parece que en muchos casos se llega en realidad a darles carta de naturaleza desde la lógica de los hechos consumados. Pero si no somos cuidadosos, creo que en diez o veinte años el panorama puede ser peligroso.

— ¿No sería posible impulsar aspectos de estas investigaciones biomédicas que no susciten tantos reparos éticos?

— Desde luego, primero deberíamos esperar a aclarar las cuestiones antropológicas y éticas. Sería estupendo que se pudieran emplear células madre adultas para producir tejidos y órganos válidos para el trasplante. Pero científicamente no podemos afirmar aún nada sobre esta posibilidad. Desde hace seis o siete años, sabemos producir células musculares, óseas y de otros tejidos, pero el estado de la investigación aún no ofrece razones para un optimismo incondicional, y precisamente por eso lamento que no se impulse más una investigación de este tipo. La gran novedad es que en este momento se están investigando al menos cuatro métodos distintos para producir células madre sin destruir embriones, a base de invertir el proceso de diferenciación de las células.

— Ud. ha argumentado que utilizar la “semilla” de la generación futura para asegurar o mejorar la vida de la generación presente es éticamente objetable porque nos hace indignos. Ahora bien, ¿cree Ud. que se puede llevar esa objeción más allá del sujeto que realiza ese proceso? Al margen de la indignidad social, ¿cree Ud. que hay razones para creer que un embrión es una vida humana?

— Creo que hay buenas razones para pensarlo y que al menos deberíamos estudiarlas y debatirlas antes de legislar sobre estas prácticas y abrir las puertas a procesos difícilmente reversibles. A mí me parece que el embrión humano es un misterio: claro, yo no lo considero un equivalente de mis nietos, que tienen entre tres y ocho años, pero tal vez eso se deba a que mi capacidad de percepción es limitada. Creo que en ese estadio de la vida es ya un ser humano, como lo fuimos Ud. y yo un día, y si alguien hubiese interrumpido nuestro desarrollo no estaríamos manteniendo esta conversación. Uno debería contemplar una vida naciente -la de un embrión o un feto, también el producido in vitro-con admiración y respeto. Incluso aunque no posea el mismo estatuto que un niño -cosa que no creo que se pueda demostrar, pero tampoco refutar- me parece que nunca se le debería tratar peor que a un niño: no se le debería poner la mano encima. Tal vez existan circunstancias en las que sea preciso ejercer violencia sobre él, pero entonces no se debe fingir que se le está haciendo otra cosa que violencia.


10/04/2006 - 17:46
Gabriel Insausti, ACEPRENSA

07 abril, 2006

Las autoridades comunistas chinas venden órganos de ejecutados

Como si del argumento de una macabra película de terror de serie B se tratase, las autoridades comunistas chinas utilizan los órganos de los presos comunes y políticos que “liquida” para sostener su sistema sanitario de transplantes de órganos. Lo escandaloso de la situación llega a extremos espeluznantes, porque las autoridades comunistas han montado un prospero negocio a costa del tráfico con estos órganos, ya que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe del pasado mes de abril, se reconoce que en China los extranjeros pueden comprar órganos, extraídos de los condenados a la pena capital, inmediatamente después de ser ejecutados. Los “clientes” principalmente son ciudadanos japoneses, malayos y de Formosa (Taiwán).

El cirujano chino, Chen Zhonghua según el rotativo “South China Morning Post”, afirma que el 99% de los transplantes de órganos practicados en China, proceden de condenados a la pena de muerte.

Chen Zhonghua adscrito al hospital de Tongli Wuhan, en la provincia de Hubei, señaló en sus declaraciones que a lo largo de su dilatada carrera profesional solamente tiene constancia de “una veintena de casos” de donanción voluntaria de órganos y el resto procede de reos ajusticiados.

En china durante el año pasado se transplantaron exactamente 3.741 hígados, 8.103 riñones y 80 corazones, según cifras oficiales. En los medios de comunicación chinos, recuerda el cirujano, “se ensalza con orgullo” la imagen del país por estar a la cabeza de las donaciones y transplantes de órganos. Pero no se dice nada, añade, del importante tráfico encubierto por las autoridades.

El movimiento religioso “Falun Gong”, prohibido en China desde 1999, ha denunciado que la ejecución de miles de sus fieles, “sirve para alimentar el tráfico de órganos a gran escala, en el noreste de China”. Este mismo movimiento disidente chino se manifestó pacíficamente ante la embajada en Madrid para denunciar lo que considera “un campo de exterminio” en China, donde hay detenidos más de 6.000 de sus seguidores.

Según Amnistía Internacional en 2004 hubo 3.400 ejecuciones en la China comunista. Otras fuentes las cifran en más de 5.000. Los gobiernos de Japón, Malasia y Taiwán observan que sus ciudadanos prefieren los hospitales chinos para que les practiquen trasplantes de órganos.

Oficialmente, el gobierno chino califica de “calumnias” procedentes del exterior las acusaciones de este tráfico de órganos y, desde julio del año pasado, ha promulgado una nueva legislación que los prohíbe y sólo acepta legalmente aquellas donaciones hechas por escrito.