05 enero, 2005

Declaraciones de Sor Mª Juliana

SOR JULIANA CALVO

Denuncia una red de tráfico de órganos

"Pese al peligro jamás se nos ha pasado por la cabeza abandonar la lucha"

Sor Juliana Calvo es misionera de las Siervas de María, dirige el monasterio Mater Dei de Nampula, en Mozambique. Aunque lleva en el país africano más de 31 años, donde ha vivido y sufrido de todo: las consecuencias de la guerra, de las inundaciones, de la malaria..., su nombre ha saltado a la prensa al denunciar la desaparición y muerte de numerosos niños en la zona ante la existencia de una red internacional de tráfico de órganos. Su valiente actuación le ha costado serias y graves amenazas. Pero ella lo tiene claro: "las hermanas no vamos a tirar la toalla en esta lucha". La revista "Mundo Negro" le acaba de conceder el Premio a la Fraternidad 2004.

Por Rosa Lanoix

Sor Juliana, usted ha denunciado la pesadilla que se vive en Mozambique con el trafico de órganos, ¿cómo está la situación en estos momentos?

Desgraciadamente, el asunto no ha terminado. Es una plaga; una de las muchas que sufren los países pobres. Un montón de asesinatos que parecen mentira, de novela...

Hablamos de mutilaciones, de trasplantes de órganos, de un negocio con personas...

Sí. Comenzó hace años. Pero, al principio, era algo que oías esporádicamente... Que pasaba aquí o allí, pero sólo de vez en cuando. Y tú lo escuchas, lo comentas, pero te quedas como estás porque no sabes qué hacer… A partir del año 2000, sin embargo, los casos comienzan a repetirse con mayor frecuencia. Cerca de nuestro monasterio está el aeropuerto de Nampula y allí veíamos movimientos extraños. Pero no imaginábamos qué podía ser. En el fondo, pensábamos que se trataba de algún manejo sucio de droga. Y puede ser... Porque, según los entendidos, todo esto suele ir unido: la droga, el tráfico de armas y el de personas.

Ustedes avisaron a la dirección del aeropuerto, ¿no es así?

Sí, les comentamos la existencia de movimientos extraños de coches en un sitio que debía estar cerrado. Nos lo agradecieron mucho, pero la cosa continuó igual. Coincide con la llegada a Nampula de un matrimonio de blancos, formado por un ciudadano de Zimbabue -de origen irlandés- y su esposa danesa, que adquieren un gran terreno a nuestro lado, unas tierras que pertenecían al Gobierno.

Y la gente comienza a hablar mal de ese lugar...

Sí, a lo largo de 2002 ocurren cosas muy extrañas, pero no podemos relacionarlas directamente con ellos. Desaparece una niña de 12 años, que, poco después, aparece mutilada: sin ojos, abierta en canal... Le habían quitado todo. Al parecer, estaba vendiendo plátanos y se la llevaron engañándola; diciéndola que la iban comprar toda la fruta. Fue muy triste… Sobre todo, porque las autoridades que se presentaron en el escenario del crimen, más que resolverlo, parecía que querían taparlo. También fue atacado un trabajador de nuestro centro por amigos de este vecino. Era de noche y le salieron los perros. Los hombres, en lugar de ayudarle, comenzaron a practicar con él artes marciales… Él quiso interponer una denuncia, porque se sintió muy humillado, pero el proceso, ante la sorpresa de todos, no siguió para adelante. Se comenzó a decir que estaba borracho, y no era cierto.

El asunto les dejaría impactadas…

Totalmente. Y más aún cuando, a principios de 2003, aparece en nuestro campo el cadáver de una jovencita, también con la tripa abierta. Avisamos a la policía, pero llegaron las mismas autoridades que habían tapado los casos anteriores. Se limitaron a cavar y a enterrar el cadáver. Sin llevarlo con su familia, sin hacer una investigación... Dijeron que la chica estaba embarazada, y que el hijo que esperaba no era del marido. Por eso, éste la había mandado abortar y la enfermera le había abierto la tripa. ¿Qué salvajada, no?

¿Cuándo sospechan que sus vecinos están involucrados en esa red?

En ese año 2003. Fueron siete los cadáveres que aparecieron alrededor de nuestra casa y la del vecino. Otras veces, sólo se encontraba la ropa, manchas de sangre, pero no a las personas. Aquello comenzó a despertar nuestras sospechas, pero abrimos los ojos cuando, en julio, nos trajeron a la casa a un joven de 17 años, que pretendía vender a nuestro vecino un niño de 10, por 80 millones de meticais -3.200 euros-. Por lo visto, había ido varias veces por la noche a la granja, pero no había encontrado al patrón. Por eso, nervioso, se arriesgó y fue almediodía. Y le cogieron unos trabajadores. El chico les ofreció 20 millones si lo soltaban, pero ellos no accedieron y lo trajeron a nuestra casa. En primer lugar, porque somos un poco el amparo de toda esa pobre gente; y, en segundo, porque tenemos un policía, que le destinaron allí durante la guerra para protegernos. Entre todos, enfrentamos el asunto. Fuimos a la comisaría, pero allí, desgraciadamente, no nos hicieron demasiado caso. Por eso, optamos por acudir a instancias superiores. Pero han seguido produciéndose más casos. Todo está documentado.

Y empiezan a sufrir amenazadas...

Coches sospechosos comienzan a seguirnos de día y de noche. Cuando nos cruzábamos, levantaban el dedo, apuntándonos y amenazándonos. También intentaron en varias ocasiones echarnos fuera de la carretera. Y un día, al salir de Nampula, al atardecer, tuvimos un fuerte encontronazo con nuestro vecino, sus hombres, su mujer... A nosotras nos acompañaba un fiscal, que trató de identificarse. Pero le acusaron de ladrón y le golpearon. Acabamos todos en la comisaría. ¡Qué lío se armó! De película. Los amigos de nuestro vecino acordonaron la comisaría con sus coches. Y tanto el fiscal como nosotras tuvimos que salir protegidos por un coche. Pero por orden superior, a nivel nacional.

¿Cómo tienen tanto poder?

Ese es uno de los grandes interrogantes. Pero lo tienen, lo ejercen, y son protegidos. Se ve clarísimamente. Es una red internacional muy poderosa. Pero nosotras tenemos mucha fe. Si David ganó a Goliat con una pequeña piedra, Dios también puede ganar esta partida como quiera...

Cuesta creer que haya una red que trafique con órganos humanos en pleno siglo XXI.

Para nosotras ha sido descubrir un submundo que ni siquiera imaginábamos que existiera. El del crimen organizado. Horrible, pero real.

Y las víctimas son los niños.

Las víctimas son los indefensos, los pobres... La mayoría son niños, pero también hay jóvenes, adultos... Depende de los fines que tengan. Los niños, en este mundo de pobres, viven libres como pajaritos y andan solos por los caminos sin protección alguna. Cuesta muy poco, por tanto, cogerlos, matarlos, hacer lo que quieran.

Encima no se les persigue.

Hasta ahora se decía que no había pruebas. Pero, ¿cómo va a haberlas si no han mandado hacer ninguna investigación científica? Nosotras hemos proseguido investigando y formulando denuncias. Les hemos dicho dónde hay grupos de traficantes, dónde han desaparecido niños, dónde hay cadáveres... Bastaría tirar del hilo para sacar el ovillo. ¿Por qué no lo hacen?

Muestra impotencia...

Ciertamente, y un gran dolor, porque no puedes hacer casi nada. Hablas y encima eres enemiga. De nosotras se han dicho calumnias, como que queremos robarles las tierras o que pertenecemos a una red internacional de derechas -una cosa muy pomposa-. Son acusaciones sin pies ni cabeza, sobre todo para quien nos conoce. Llevamos allí 31 años. Es muy triste... Pero la verdad pertenece a Dios.

Y miedo... ¿Han sentido miedo?

Bueno, el temor es porque hemos visto las armas. Pero, ¿qué vamos a hacer? ¿Ir a la policía...? ¿Para qué...?

¿No han pensado en tirar la toalla?

Nunca. En ningún momento se nos ha pasado por la imaginación decir: no vale la pena esta lucha. Sabemos que corremos peligro; que, en cualquier instante, nos pueden pegar dos tiros, pero tenemos que ser coherentes. Es una cuestión de conciencia. Delante de Dios y de nosotras mismas. Tenemos que dar la vida porque para eso hemos sido llamadas. Como Áquel que la dio primero. Él la ofreció por todos y nosotras debemos hacerlo donde Él nos ha colocado y de la forma que Él nos pida.

¿Quién tendría que asumir la investigación de esa red?

Internacionalmente. El Parlamento Europeo ha trabajado mucho, gracias a Portugal e Italia, que han presionado fuerte. Ofreció al Gobierno de Mozambique una comisión integrada por personas de la ONU, la OUA (Organización de la Unión Africana) y la Liga de Derechos Humanos para llevar a cabo la investigación. Pero el Presidente rechazó la propuesta. Dijo que la estaban haciendo ellos.

Vamos, que bloquearon la ayuda...

Sí. Y, en los últimos meses, el tema ha estado bastante parado, por causa de las elecciones presidenciales. Pero, ahora, se ha encendido una pequeña lucecita de esperanza. La Fiscalía General del Estado ha emitido un segundo -y casi definitivo- informe, en el que se confirma la existencia de tráfico de órganos en Nampula. Reconocen, al menos, diez casos. Se dice que no hablan por ética profesional y porque han ordenado distintos procesos de investigación criminal, pero instan a todos los fiscales provinciales a continuar el trabajo. Una declaración muy feliz dentro de las tinieblas que estábamos viviendo.

¿Qué pediría al Gobierno español?

No, al español, sino a cualquiera que se tenga por defensor de los Derechos Humanos que apoyen esa investigación, que es un crimen contra la humanidad. Que está comprobado. Hemos recibido mensajes de varios países de África, agradeciéndonos lo que hacemos porque ellos sufren el mismo problema, lo único que allí nadie ha alzado la voz.

Y a los jóvenes, ¿qué les diría?

Que les falta motivación para vivir de otra manera, y ejemplos claros para seguir. Desde pequeñitos, se les da todo. No les falta nada, ni sufren por nada. Por eso, su mundo es ficticio... La realidad es muy dura y muchos de ellos no la conocen; al menos, más allá de su mundo. Les diría que abran los ojos y que tengan, como nosotros antiguamente, altos y nobles ideales... No el de gozar o tener dinero.

No todos los jóvenes son así.

Completamente de acuerdo. Pero un árbol que se cae hace más ruido que mil que están creciendo. Hay mucho bien en el mundo, pero no es noticia. Por tanto, lo que necesitamos -como decía Jesús- es no dejar que los hijos de las tinieblas sean más espabilados que los hijos de la luz. Y que, si tenemos una luz que poner en mitad de las tinieblas, lo hagamos. Que no se apague, que brille fuerte…

Un reto importante...

Claro, y que cuesta ¡Pero no le costó al Jefe...! Pues no va a ser menos para los que venimos detrás.